Un paso más

Todo ha ido muy rápido. La última vez que escribí fue desde la barra del sushi, y ahora, después de casi dos meses desaparecida, aquí estoy de vuelta. ¿Qué ha cambiado? ¡Abrimos nuestra propia tienda! A principios de Abril quedó vacío el local donde había estado trabajando hace algún tiempo, donde reparaba móviles para una empresa, y pocos días después firmábamos el contrato de alquiler. Muchas horas y esfuerzo invertidos concentrados en pocos días hicieron que pudiéramos abrir pocos días después (currazo que se pegó «er papa» con los muebles). ¡Mirad!

Mañana hará un mes que estamos abiertos, y la verdad es que no podía imaginarme hace un par de meses que estaríamos donde estamos ahora. Era algo muy lejano, un proyecto a muy largo plazo, y mira. A parte de atender a todas las empresas que veníamos atendiendo también atendemos particulares ahora.

He vuelto a tener un horario decente, vuelvo a dormir a Miniyo por las noches. Vivo cansada, pero eso es algo que ya he asumido. Si no fuera porque de vez en cuando necesito una cabezada para poder llegar al final del día, hasta me habría acostumbrado. Eso sí, ya no me quedo dormida hasta de pie. Por el camino se me han quedado varias cosas por contar, pero que es que no tenía tiempo ni de respirar. Ahora ya vuelvo a tener algunos minutos libres de vez en cuando y, esta vez sí, me he propuesto pasar por aquí algunas veces más al mes (por lo menos).

Así que ya sabéis, estamos todavía más disponibles para reparar lo que haga falta.

Perseguida

¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que os persiguen por la calle? Yo soy de esas que van tan empanadas por la vida que muchas veces ni veo a la gente conocida hasta que me gritan ¡hey! para hacerse ver. Pero últimamente…

El otro día iba hacia la tienda (que queda  muy cerca de casa, casi casi caigo del balcón en la puerta) y en el callejón de al lado una mujer detras mía siguiéndome. Sí, siguiendome a mí, y no me llaméis egocéntrica. ¿Que cómo lo sé? Primero me dio que pensar los insistentes «oye» y «perdona», pero lo que me lo terminó de aclarar fueron los golpecitos en el hombro. Me giro y antes de haberle visto la car siquiera me dice «¿cómo  va mi móvil?» Esto…. ¿a cual de los 400 que tenemos reparando se refiere? Sin más datos resulta un poco complicado. Diplomáticamente le explico que la calle no es el mejor lugar para preguntarme, ya que no tengo manera de averiguarlo sin el ordenador.

Pero claro, no se suelen dar por vencidas tan facilmente y empezó a explicarme que si no me acordaba que había llevado el móvil de su hija, el que se había pegado un golpe y tenía la pantalla rota y teníamos que cambiarla. A ver como le explicaba yo de un modo educado que por mis manos pasan a diario una media de 15 móviles que han pegado una cacharrazo contra alguna superficie ligeramente dura y habían acabado hechos trocitos. Mi sutileza fue demasiado suave y siguió insistiendo. Que tenía una esquina levantada y le faltaba un botón que se le había caido en el golpe.

Al final no conseguí acordarme y le dije que me acompañara a la tienda a mirarlo, pero no hubo manera. ¡Y eso que estábamos prácticamente en la puerta! Seguro que si no le digo nada, se me engancha hasta el mostrador.

En fin, ya me ha pasado varias veces, incluso comprando en Mercadona. Ojalá entendieran que yo cuando salgo del mostrador no soy capaz de recordar de memoria todas y cada una de las reparaciones. ¡Y menos todavía el precio de lo que le va a costar!

Inventario

Hoy ha sido día de inventario en la tienda. Los de taller también hemos ido, pero a adelantar nuestro trabajo. 14 horas de tirón. 14 horas anclados Roxu y yo a la mesa con un montón de cajas delante. Para volverse loco. Llegó un punto en que no sabía si el móvil lo había reparado, si no había empezado, si me hablaba… Se me juntaban los colores y los tornillos tenían patas. Eso o me volví muy torpe, que no es normal que danzaran tanto sobre la mesa. Ha sido agotador, y estoy rendida. Mañana no habrá quien me despierte pronto. Voy a dormir hasta que duela. Para un día que tengo libre…

Pero ¿sabéis lo mejor de todo? Que hemos tenido una espontánea por allí. Salí a la panadería corriendo (no llevaba chaqueta) y volví con el mismo método. He de decir que la calle es muy pequeña, un edificio de un solo bloque pequeño. Pues bien, a la vuelva oigo a alguien que me grita desde atrás. Me giro y veo a una señora con una hoja de reparación de las nuestras. ¡Me venía persiguiendo para saber cómo iba su móvil! Yo creía que el tener la persiana de la puerta a mitad enviaba un mensaje claro, que no está abierto. Igual es que es muy sutíl la persiana bajada al suelo y las ventanas empapeladas.

En fin, hay gente para todo. Pero oye, así por lo menos tengo algo que contar.

De copia nada

Hoy os traigo una foto con dos objetos muy parecidos. Quien me diga la diferencia en menos de un minuto, lleva premio. Aquí la tenéis.

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¿Ya? ¿Habéis visto la diferencia? Venga, os doy una pista: no se ve en la foto. ¿Nada? Venga, va. La gran diferencia es el precio. Una de ellas (en este momento ya no recuerdo ni cual es) ha costado 3,15€ y la otra 7,95€. Es increíble, porque la barata es comprada en la librería de toda la vida que hay en mi barrio y la cara en el chino. ¡Y son exactamente la misma! Menudo cachondeo tenían conmigo en casa… porque a la que le dieron el palo fue a mí. Tiene más cara que espalda el chino.

Lo peor es que no es lo único que hay a un precio bastante superior en un chino. No sé que está pasando, que cada vez tienes menos precio «de chino» a pesar de que la mayoría de las veces suele ser «calidad de chino». En fin, ya se devolverá esta semana que entra. De momento me voy a dormir que mañana tengo domingo laborable. Qué poco me duran los fines de semana…

Renovar o no renovar

Y mañana se supone que se me acaba el contrato. Una vez más me pongo de los nervios ante la expectativa de que me tiren a la calle. Adoro mi trabajo, y aunque hay días realmente duros, lo disfruto muchísimo. La única pega es que empieza demasiado temprano. Yo que siempre he sido un poco nocturna, todavía lo paso mal algunos días por la mañana.

En fin, hoy entrada exprés que ya en unas horas me toca ir de vuelta al trabajo. Hay que ver lo poco que me cunde en casa…

Domingo laborable

Mañana me toca trabajar en la tienda. Pero no sólo a mí, Roxu también viene. Que tiene su trabajo, que no tiene relación con el mío, pero le han llamado para que mañana venga a echarnos un cable. Cómo echo de menos trabajar en la misma mesa que él… Pero bueno, no ha podido ser. La parte buena es que ahora tenemos menos quebraderos de cabeza para compaginar las vacaciones.

En fin, que este domingo se repita de vez en cuando, que de verdad me gusta trabajar con Roxu y ya hace más de un mes que no tenemos esa oportunidad. Pero bueno, tanta faena me conviene, eso me da más oportunidades de que me renueven. Ya veremos, que quedan unos días.

Un día como cualquier otro

Bueno, sigo en las mismas. Intento escribir, pero acabo pegándome con el móvil o la tablet en la cara y así no hay manera. Hace ya varios días que quería contaros una de las idas de cabeza de uno de mis compañeros, en concreto el que lleva el departamento de consolas.

Resulta que un cliente trajo una PlayStation porque no funcionaba bien y quería saber lo que costaba repararla. Pues bien, se acercó a taller el chico que esta en tienda a hablar con el de consolas. Yo no les prestaba mucha atención a los dos, pero mientras estaba en mi faena oí al de tienda decir «toma, pruébala». En ese momento, no sé por qué, levanté la mirada y lo que vi me dejó a cuadros. Mi compañero de taller pasando la lengua (él dice que no, que sólo fingía) por todo el lateral de la consola para añadir «salada». Ahí fue cuando  me entró la risa floja y me estuve riendo un rato largo. Lo que hace la tontería y el cansancio juntos…

Mensaje subliminal

De los creadores de la «funda para tablet muRtiuso, 10 puRgadas» ahora llegan con la revelación en el mundo de las tablets. La semana pasada fue el cumpleaños de mi madre, y le regalamos una tablet de la tienda en la que trabajo. Menudo cachondeo teníamos con ella. Para empezar diré que la tablet en cuestión se llama «Oye!! Mobile X10». Eran recién traídas y andábamos con la bromita del ¡oye! por el trabajo. Pero no contentos con ponerle un nombre que se presta a las bromas, han tenido el detalle de hacer una «traducción muy libre» de uno de los mensajes del sistema. Desde luego, estos chinos a veces sorprenden. Os presento la primera tablet del mercado antitabaco.

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Esto es lo que muestra la pantalla cuando quieres salir de una aplicación. No me diréis que no es curioso. Tengo dos teorías. La primera es que se le mezclaron los mensajes de dos aparatos diferentes. Y la segunda (y que más fuerza tiene) es que el chino que andaba haciendo esto estaba desesperado por un cigarro intentando dejar de fumar. Si no, no le veo yo ningún sentido.

En fin, a ver con qué nos sorprenden la próxima vez, que tiene pinta de ir mejorando la cosa. Para que luego digan que todas estas cosas son iguales…

¡Vacaciones!

Vacaciones… No sabría decir cómo las estoy pasando. Creo que las palabras exactas serían viviendo una vida normal. Con un horario que me permite dormir lo que necesito, ver a algunas personas, hacer cosas que antes no podía por falta de tiempo… Al fin y al cabo viviendo lo que todo el mundo tiene. Y oye, no está tan mal. Pero me está costando un poco relajarme. Así como hace unos meses me quejaba de la cantidad tan grande de tiempo libre que tenía, ahora me cuesta adaptarme a tener algo para hacer lo que necesito o simplemente me apetece.

Comidas, cenas, Trinas a las tantas, tiempo para mí… Me podría acostumbrar a este horario. De la decisión que tomen en la tienda dentro de un par de semanas depende el que siga así o que vuelva al punto de partida. Cruzo los dedos para que no sea así. Por fin tengo un trabajo que me gusta, realmente de lo que he estudiado y no quisiera perderlo por nada del mundo. Pero tengo una tensión en el cuerpo… Eso de que se vaya acercando el día en que tengan que comunicarme si sigo o no y no tener ni idea de lo que va a pasar me está matando, sobre todo con tiempo para pensar.

Bueno, de momento voy a disfrutar estos días que me quedan, que por delante tengo un fin de semana movidito. Sólo espero que no llueva o que al menos el mar esté bien para el domingo ¡que me voy a bucear de nuevo! Seguro que el agua está más fría que la otra vez, pero merecerá la pena. Inmersión de empresa. Me parece una forma estupenda de relajar al personal de una empresa. Así que nada, a disfrutar de lo que queda. Mañana al trabajo y para medio día empezaré con mis dos días y medio libres por completo. ¡Dos días y medio! Estoy que ni me lo creo…

Guasones….

Trabajo con una panda de bromistas. Gran parte del tiempo son unos profesionales, pero como a todo friki que se precie (sí, se nos sigue considerando frikis) se les va la cabeza de vez en cuando. Hace un par de días fui a trabajar con un vestido. Claro, no tenía dónde llevar el boli y estaba harta de perder mi destornillador cada 10 minutos, así que decidí pincharlos en el moño que llevaba hecho. Cómodo, de eso no cabe duda. Lo malo son las bromistas que me gastan mis compañeros. Ahora les ha dado por pinchar más cosas en el moño. A veces sin que me de cuenta, pero otras…

¿Pues no me corretearon con dos destornilladores a modo de banderillas? En cuanto me descuido, tengo a alguno detrás buscando el momento de pinchar algo más en mi pelo. Panda de graciosos… Yo que lo hago por comodidad y estos se lo toman a cachondeo. Bueno, vale. Seguro que tiene su gracia verlo desde fuera. Pero como alguno me clave algo por error en la cabeza, se va a comer el zapato. Y no me extrañaría nada ver alguna foto de la «obra de arte» que me arman en la cabeza.

En fin, no me canso de repetirlo. Al final voy a tener que pedir un aumento de sueldo por aguantarles. Ahora en serio. Hacía tiempo que no me reía tanto en un trabajo. Que esta gente está medio loca y no se cortan ni un pelo. Eso sí, a ver mañana cómo se las apañan par pinchar algo, que llevo el pelo suelto y probablemente bolsillos.