Día 10, de Chiang Mai a Koh Tao

Empezamos el día devolviendo la moto. Por supuesto al quedarnos sin transporte ya no podíamos ir de un lado a otro, y menos arrastrando las dos mochilas que traemos que pesan un mundo. De vuelta al centro comercial, mochilas en la guarde y a comer (que raro). Tengo la sensación que estas vacaciones todo ha girado en torno a la comida. Ya no recuerdo lo que es tener hambre. Va, que me despisto. Primer tramo: vuelo desde Chiang Mai a Surat Thani. Allí no tenemos billete para coger ni bus, ni ferry ni nada. A la aventura, así a lo loco. Llegamos al aeropuerto como a las 21:00 y el ferry salía a las 22:00 (el nocturno). Conseguimos llegar a tiempo y no solo eso, conseguimos una de las literas. Nunca habíamos estado en uno de estos.

La costa desde el barco

El principio de la travesía es por un río, y luego ya se abre al mar hasta la isla. Es genial, porque el barco no se mueve ni un pelo. Vas tumbado en tu litera y tienes enchufe por si necesitas cargar el móvil o lo que sea. Un puntazo. Si no llega a ser porque teníamos a alguien ocupando nuestra litera hubiera sido genial. Le despertamos y le indicamos cuál era la suya (tenía una individual y nosotros doble). Yo no es que durmiera mucho, entre el ruido y que no tenía mucho sueño me costó. Pero se agradece hacer el trayecto en ferry en una cama y no una silla incómoda como tienen los fast ferry diurnos. Una mantita y a ver una peli mientras te llevan de un lado a otro. Que más se puede pedir, salvo algo de silencio.

Literas dobles de nuestro pasillo

A nosotros nos tocó una de abajo. Y bueno, estuvimos desde las 22:30 hasta las 07:00 que llegamos a la isla aquí dentro. Oye, prefiero el nocturno con todas las horas que son al diurno e ir incómoda como en palo de gallinero. Como experiencia no ha estado nada mal. Repetiría sin duda.

Día 9, Chiang Mai

Llegábamos a la recta final de nuestro paso por Chiang Mai y fuimos a comer a un sitio al que ya habíamos ido anteriormente. La comida estaba buena, pero (como casi siempre) hay cosas que pican y no avisan. Odio el picante…

Después decidimos irnos a algún sitio que fuera un poco fresquito, hacia un calor como para derretirse y en esta ocasión la moto nos ha dado mucha libertad, así que nos fuimos al centro comercial del aeropuerto. Aquel recinto es inmenso, y tiene una planta dedicada solo a puestos de comida y platos preparados. No sabíamos por dónde empezar.

Esta bestia de 1m estaba cerca del Amazon Café

Dimos algunas vueltas y comprarnos alguna cosilla más, (ya no se donde carajo voy a meterlo todo a la vuelta) y la verdad es que estábamos un poco cansados tras toda la tarde por el centro comercial, pero algunas quedaron para ir a por un par de Rotee pancake al Nigth Bazaar. Banana-Nutella, un vicio hasta que di con el siguiente (ya os contaré). De ahí si que nos fuimos a dormir, al día siguiente nos esperaba un viajecito a Koh Tao (ahora si, perdón por el fallo de ayer)

Día 8, Chiang Mai

Ya os conté cómo había ido la visita al médico, así que esa parte la resumiré un poco por no volver a dar el tostón. Salimos del hotel por la mañana (todavía tengo los moretones y el pie jodido de aquella caída) y una hora y media después salíamos del médico. Ese día se suponía que salíamos al médico y al peluquero para Roxu y después nos volvíamos al hotel. JA. Acabamos volviendo a más de las 01:00 al hotel.

Después del peluquero fuimos a picar algo, y luego estuvimos dando vueltas con la moto por la ciudad. Acabamos en el mismo centro comercial del día anterior, el Maya, a por un café y batido al fresquito (hacía un calor horrible) y decidimos ver una peli por la tarde allí mismo. Nos fuimos a comer fuera del centro comercial y luego buscamos un sitio donde darnos un masaje, solo que no encontramos nada a un precio razonable y al final acabamos en el cine con un sueño terrible (el masaje era una excusa para una siesta sin llegar al hotel, las cosas como son) y nos metimos de lleno en la experiencia VIP del cine aquí. 1.500 bth nos costaron las 2 entradas de cine que incluían sala de espera con sillones, bebidas y palomitas (de 4 sabores) ilimitadas y unos butacones en la sala de esos reclinables al pulsar un botón la mar de cómodos acompañados de unas mantas por si tienes frío. Creerme, en estos sitios son necesarias. Vimos la peli de John Wick 4 en inglés y vamos a ver, argumento tiene el justo, se le puede seguir más o menos la trama con un inglés de andar por casa. Entretenida. Aquí os dejo una foto del parking del centro comercial en la zona de motos. Habían más, no cabían todas desde este ángulo. Y el pasillo que había entre fila y fila… yo no sé si hubiera sido capaz de pasar por ahí si tuviera que conducir yo.

Parking para motos en el Maya

Después del cine nos fuimos a cenar al Nigth Bazaar y aprovechamos para hacer unas compras. Y cuando ya vinimos a llegar a casa eran las tantísimas. Y al día siguiente, ¡a Koh Tao!

Día 7, Chiang Mai

A las 8:30 de la mañana arrancábamos para irnos a la montaña ha hacernos una tirolinas. Ya fuimos la última vez que estuvimos en marzo de 2020 y queríamos repetir. Increíble. Los paisajes, el deslizarse por encima del valle entre dos montañas, las alturas… un poco la combinación de todo.

Ni se ve donde termina

Cuando volvimos estábamos cansados y fuimos un rato al hotel. Ahí ya la cosa empezó a ponerse fea con el ojo, y aprovechando que teníamos tiempo les mandé un mail a los del seguro y bueno, el resto ya os lo he contado hace pocos días. Al no atendernos por la tarde pues nos fuimos a comer algo, y luego a dar una vuelta. Esta vez acabamos buscando un Amazon Café a las 21:30 de la noche (muy tarde aquí) y dimos con un centro comercial que tenía el único Amazon abierto a esas horas. Así que para allí nos fuimos. Conseguimos el Café y un batido Justo antes de que se cerrara el centro comercial. Y es que te apagan las luces y todo. A las 22:00 todo ya cerrado y apagado. Es más, los restaurantes a las 21:00 ya no sirven más comida. Así que nada, vuelta al hotel, serie y a dormir.

Día 6, Chiang Mai

El día empezó de lo más normal, pereza en la cama hasta las tantas (no olvidemos que una de las funciones de las vacaciones son descansar) y mientras me voy una vuelta por Facebook veo una foto de una amiga en la escalera de un templo con los hashtags #chiangmai #chiangrai entre otros. ¿¿?? Le pregunto si anda por aquí y resulta que también estaba en Chiang Mai de vacaciones. No me lo puedo creer. Somos casi del mismo barrio y a penas nos vemos estando en casa, y coincidimos a tantísimos kilómetros en la misma ciudad. Por supuesto quedamos para vernos y dar una vuelta, porque ellos al día siguiente se iban a seguir su camino.

Y que tengamos que irnos tan lejos para vernos…

A nosotros nos esperaba una velada de muai thai. Cuando nos despedimos (y recogimos la ropa de la lavandería) nos fuimos a ver los combates. Son impresionantes. Uno de imagina violencia por violencia, pero no es así. Cae uno y el otro le va a ver si está bien. No se bien cómo explicarlo, se tienen respeto. Ya no por los golpes que pueda darles, si no respeto a la persona. Y las chicas… durísimas. Las vimos con cara de no se, ¿niñas? ¿Frágiles? Pero de eso nada, menudos golpes volaron. Y me gusta que sea uno de los pocos deportes que no intenta hacer a la mujer sexy porque si. Se visten como quieren, enseñan lo que les apetece, si es nada, pues nada.

Cuando salimos fuimos a dar una pequeña vuelta por el night bazaar y tras una parada a darnos un masaje nos fuimos al hotel a dormir, que al día siguiente teníamos movimiento.

De vuelta a la rutina

Volvimos de Cordoba hace unos días, pero nos trajimos un “souvenir” (o como se diga) de recuerdo. Los tres volvimos con Covid a casa. No os preocupéis, no nos ha dado fuerte. Más allá de un poco de carraspera y tos no ha llegado. Roxu tuvo un par de días con mal cuerpo, pero tampoco fue nada grave. Míniyo ni se ha enterado, se ha pasado esta última semana dando guerra. Claro, encerrada en casa sin poder salir a quemar energía, los últimos días han sido intensos.

Han sido unos días de relax en casa, y la verdad es que no me han venido mal. El ritmo que llevaba antes de irnos me tenía agotada, y pillar algo de pilas me ha sentado genial. A partir de mañana vuelta a la rutina, trabajando en el sushi y en el taller a la vez.

De Cordoba me llevo el haber estado con Miniyo de turistas, y ver que ya empieza a disfrutar algunas cosas que no sean jugar con la tablet o en un parque. Ahora, mañana cuando tenga que madrugar para ir al cole lo va a pasar mal. 15 días asilvestrada van a pasar factura. A decir verdad, no se quien va a pasarlo peor, si ella o yo. Bufff… que mal llevo madrugar. Nunca me ha gustado, y creo que no voy a acostumbrarme en la vida. En fin, solo me queda el consuelo de que dentro de unas semanas llegarán las vacaciones de Semana Santa. Hasta entonces, a aguantar el tiron.

Todavía nos derretimos

Hoy, hablando con una compañera en el gim, recordábamos el tiempo que hacía por estas fechas hace unos años. Estamos a mediados/finales de septiembre y todavía vamos en pantalón corto, sudando a más no poder y por la sombra, porque nos cocemos. Las dos hemos llegado a una conclusión: parece que las estaciones se están «moviendo» a lo largo del año. Hace tiempo recuerdo que en marzo andábamos en vaqueros y chaqueta fina. Este año la chaqueta gorda me la he quitado bastante después. Ni hablemos de llegar a casi diciembre todavía en manga corta y una camisa «por si refresca». No se me olvidará cuando hace bastante teníamos como tradición unas amigas y yo (cuando todavía tenía y eso) bañarnos el primer fin de semana de Abril en la piscina en la que nos colábamos siempre. Y no éramos los únicos, casi siempre coincidíamos con más gente bañándose. Antes el calor llegaba antes, y el frío también. Quizá sean cosas mías, pero hace ya tiempo que tengo esa sensación. Claro, ahora como siempre falta que yo hable para que el tiempo me deje por mentirosa, y que mañana caigan chuzos de punta bajando la temperatura a una más normal para la época. Como si lo viera. Yo en realidad de lo que tengo ganas es de poder apagar el ventilador que tengo a mis pies en el sushi, porque ahora mismo si lo apago me derrito con el calor que desprenden las cámaras. Quiero no derretirme y no quedarme sorda, porque el ruido que mete es terrible. Pero bueno, ya queda menos. Quizá cuando volvamos de esos 3 días libres que nos vamos a tomar (Yujuu!!) la cosa esté un poco más fresca y ya se pueda estar sin quemarme con el aire caliente. Primer día libre desde que abrimos… todavía no me lo creo.

Pues sí, pasó otro mes

Ha sido un mes frenético. Desde finales de junio hasta la fecha (y lo que queda) está siendo ajetreado cuando menos. Tuvimos visita en casa, nos fuimos a ver a unos amigos, volvimos a tener visitas, ahora… bueno, digamos que la vida nos lleva por un camino que no esperábamos.

Por partes. Vinieron unos amigos a casa, y luego nos hemos pasado unos días en Valencia de relax. Casita con piscina (bueno, casoplón, que éramos unos cuantos), mucha lectura (me he enganchado a un “culebrón por escrito” chino. Sí, chino. Nombres y costumbres chinas. En otro momento hablaré de esto, porque tiene su historia) y mucha cháchara. Lo pasamos muy bien, y cuando terminaron esos días se vinieron otros amigos a casa a apurar las vacaciones. Ajetreo en casa, todo el que se pudo. Esta semana ya estamos más tranquilos en el sentido de que ya no tenemos visitas, porque del resto…

La gata se nos puso de parto. Esperando como agua de mayo que lo hiciera, y al final se complicó bastante. Tuvo un gatito sobre las 23:00 y ya me tuvo toda la noche sin dormir esperando al siguiente. En vista de que la cosa no avanzaba, a las 10 que abrían el veterinario hablé con ellos y nada, cesárea de urgencia. Luego no quería ni ver a los gatitos, así que pendiente de ella y de los pequeños y dejando de lado toooodo lo que tenía previsto para ese día. Ahora ya no hay problema, pero menudos dos dias me dio.

Y este jueves abrimos nuestro propio delivery de sushi. Si, por la mañana a reparar móviles, y el resto del día enrollando arroz. Quién nos lo iba a decir hace unas semanas. Y todo está siendo un ajetreo constante, la empresa de reparación, la peque, la casa, preparar web, carta y similares para el sushi (con lo que me ha costado decidir lo que estaría incluido), comprar lo necesario… y si a eso le sumamos los cumpleaños de Roxu (sé que vas a leer esto, guapo!) y de la peque, la gata de parto… he tenido momentos en los que me he saturado. Ahora que ya lo tengo todo más o menos encarrilado, voy respirando algo. Pero han sido unos días… Ya hacía tiempo que lo había estado pensando, pero claro, esto que piensas que es una locura y que no puede ser. Pero la oportunidad se ha presentado, y no pienso desaprovecharla.

Ayer ya hicimos pública la apertura oficialmente, y no parece que tuviera una mala acogida. Veremos cómo va todo esto, pero yo tengo la esperanza de que vaya bien. Que cuando pase por aquí la próxima vez (pronto, o eso espero) sea para decir lo bien que va. Solo pido eso.

Y de nuevo en casa

Tras un montón de días frenéticos fuera de casa, ya hemos vuelto a nuestro nidito. Las gatas no se han separado de nosotros desde que hemos llegado, y a Rafita lo recojo mañana (menudo sablazo me espera…) Mañana vuelta a la rutina, a estudiar, a trabajar y a madrugar (eso es lo que peor llevo). Descansar… bueno, ya veremos si recupero estos días poco a poco. De momento me quedo con mi siesta de 3 horas de hoy que me han sabido a poco. Así que nada, hoy esto cortito que ya se me está haciendo tarde y mañana toda levantarse temprano.

Va llegando

Entramos en la recta final de este viaje tras 10 días ajetreados, agotadores y divertidos. Han sido 10 días de locura, pero ya va siendo hora de volver a la realidad, a nuestra casa con nuestra rutina.

Hoy nos hemos venido a comer a Sevilla. Bueno, esa era la idea, porque los del alquiler del coche se han lucido. Primero no nos dejaban ampliar un día más el alquiler ni pagándolo. Total, que venimos a entregarlo y tardan más de hora y media en darnos el otro (¿de verdad era necesario?). Mientras, al resto del grupo se les hacía tarde para comer y al final hemos acabado todos comiendo en el Burguer King a las 4 de la tarde.

Después nos hemos ido a un centro comercial a tomar un café y a pasar el último rato que nos quedaba juntos.

Roxu y Miniyo en el C.C. Lagoh

Los enanos lo pasaron genial, paseo en barco incluido. Se me quedan mil cosas en el tintero, pero cuando por fin puedo pararme a escribir estoy tan agotada que llego a escribir medio dormida.

Así que nada, mañana más porque se me cierran los ojos. Lo único que me distrae un poco es la chica (o señora, vete a saber) a la que le están dando un buen revolcón desde hace casi una hora en una habitación cercana. Por lo que grita cualquiera diría que le duele algo.

Bueno, me despido desde Sevilla, porque seguramente la próxima vez que escriba sea desde casa.

Noche sevillana

Y mañana estaremos en casa.