Ya están aquí…

Se nos acabó la paz. Hace un par de semanas la hija del vecino «majo» se fue de vacaciones con el marido y el hijo, pero hoy han vuelto. Se llevaron una caravana de 6 metros, y no sé donde irían (y tampoco tengo mucho interés), pero llevando un niño pequeño en la parte de atrás del coche, tiene que desesperar. Según rumores cruzaron la frontera, lo que significa muchas paradas.

Durante esas dos semanas, los vecinos «majos» han venido muy poco y a penas han hecho ruido. Pero hoy han vuelto, y se nota. Hemos tenido sesión de saludos a un volumen demasiado alto con otros vecinos, sesión triple de cortacésped, sesión de ladridos del perro emocionado con algo y, por supuesto, sesión de golpes intentando arreglar la parabólica que se ve que con la tormenta del otro día la señal se perdió. Mi pregunta es: ¿De verdad es necesario que se líe a golpes con la parabólica?

Si, sé que nosotros también lo hicimos en su día, pero a diferencia de él, no teníamos escalera para llegar a ella ni herramientas. No le veo mucho sentido que teniendo llave inglesa, destornillador y una gran escalera que le pone a la altura tenga que liarse a cacharrazos.

Y lo mejor de todo. ¿Cómo se supone que va a saber si la está sintonizando bien si tiene la tele apagada y está solo? Que digo yo que tendrá que ver en algún momento si la está poniendo en su sitio o lo está empeorando. En fin, misterio sin resolver, porque como ni siquiera nos saluda, mucho menos va a aceptar ayuda.

Y ahora un tema más ligero. Una de las seguidoras del blog me retó a que subiera una foto de los perretes comiendo moscas. Histérico ha salido borroso, no estaba quieto el tiempo suficiente, pero a Garrapatis lo he pillado de pleno. Aquí lo tenéis disfrutando de su nueva dieta. ¡Os presento a Garrapatis!

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¡Pues ahora me enfado y no respiro!

Todos a cierta edad hemos tenido una pataleta por una tontería, pero cuando uno llega a cierta edad queda más bien ridícula. Y es que con 30 añazos hacer un «pues ya no te ajunto» como decían en mi pueblo, pues como que queda un poco… patético.

Tenía que llegar, era cuestión de tiempo que el vecino reapareciera por el camping, y a mí ya me picaba la curiosidad por saber que haría o diría cuando viniera. Para mi sorpresa, absolutamente nada. El tío ha venido y lo máximo que ha hecho ha sido saludar (un saludo cortés, no vayamos a pensar que se extendió). Pero bueno, en el fondo lo agradezco. Lo que no me esperaba era que su hija y su yerno dejaran de hablarnos. ¡Han dejado de hablarnos y de saludarnos! Que vamos a ver, si ya no les caemos bien, no pasa nada. Pero la educación no debe perderse, y si a mí me saluda alguien que no me cae bien pero que tengo que ver a menudo (como sus padres) pues un saludo rapidito y a lo mío.

Pero creo saber por qué nos han retirado la palabra (¡Hay que dolor!). Hace ya un mes nos dejaron caer que si nos hacía falta un coche, podíamos comprar el suyo, que se acababan de comprar uno ellos y el pequeño ya no lo necesitaban. Si, el mismo cacharro que nos intentaron colar hace pocos días otra vez. Fue un «ya lo hablaremos más a delante» de esos de compromiso. Y se ve que no pillaron la indirecta. Creo que tampoco la pillaron cuando hablamos con ellos para decirle que no podíamos comprárselo, que era o el coche o la casa. Pero claro, ahora les ha quedado muy claro que su coche se lo pueden meter por donde les quepa, que con palabras más finas se lo dijimos al vecino, su padre.

Desde entonces ni nos miran y hace un rato han cogido la barbacoa del vecino y se la han llevado con aires muy altaneros (una que no deja su vena española y cotillea por la ventana) a su parcela. Lo gracioso viene en que estos días que han pasado entre la entrevista y hoy, nos saludaban cuando nos veían y nos hablaban. Pero hoy papi ha venido, así que hay que ofenderse.

Y vale que yo no entienda el alemán, y menos desde mi caravana con la tele puesta. Pero mi novio me ha dicho que han estado hablando de nosotros con los vecino A VOCES desde que hemos llegado de la compra. Cada vez que lo pienso, me parece más patético. Que esto parece ya más el patio de un colegio que un camping.

En fin, a mí plim, que esta gente no me va a dar de comer. Y la frase que nos dijo la primera vecina que tuvimos aquí cuando llegamos me viene cada día a la cabeza. «Tener cuidado con esta gente, que mientras más lejos mejor». Qué razón tenía…

Al menos las cosas no empeoran

Hoy hemos tenido… digamos que un doble encuentro en el culebrón que estoy viviendo estos días. Y la verdad es que podían haber ido peor. Pero por suerte parece que las cosas poco a poco se están volviendo más neutrales (porque de momento, no tienen pinta de que vayan a mejorar ni un tema ni el otro). Pero vayamos por partes.

Mi novio ha hablado con el vecino «El majo» por teléfono (que sigue sin dar señales de vida en directo). Resulta que después de decirle lo mal que lo pasé ese día (que no se ha cortado un pelo en detalles) con llanto incluido (si, me dio la llorera al llegar al coche, entenderme, esa impotencia y sentimiento de engaño me pudieron) el hombre se ha disculpado, y dijo que este fin de semana lo hablarían más a fondo cuando vinieran.

Pues al final va a resultar que el hombre no se va a cabrear tanto como la hija decía. Que si, que sigo sin ganas de verlo, y menos de intentar «comunicarme» con él, pero al menos a habido disculpa. Y para nuestra sorpresa, no ha intentado vendernos el coche de la hija. Ya os lo dije y os lo repito, el culebrón va a dar que hablar, que todavía queda la visita de rigor cuando venga (Si sabe contar, que conmigo no cuente…).

Y por otro lado hemos llamado a la suegra (si, de forma totalmente voluntaria) para ver como está de lo suyo. Sigue igual, y además nos ha dado el parte de los vecinos de su edificio. Que si uno ha perdido 30 kilos en el tiempo que llevamos aquí (¿Perodona? ¿30 kilos desde abril? Oye, que me diga que ha hecho que yo quiero, y no me vale ni una lipo ni coca), que el otro vecino sigue con el mismo coche (que se iba a comprar uno mega-way que nos restregaba antes de venirnos, menudo fantasma…) en resumen, obra y milagros de sus conocidos en un momento. Por supuesto ha vuelto a recordarnos el «a su madre le escribe, ¿por qué a mí no?».

Y así medio disimulando le hemos dejado caer lo del coche (que por cierto la pieza llega el lunes, ¡yuju!) y nada, a la señora se le ha ocurrido la solución del autobús. Yo creo que vive en su burbujita particular de trabajo a 10 minutos andando de casa y Aldi. Igual es que no sabe que a las 4 de la mañana NINGUNA línea de bus va a ir a buscar a mi novio para ir al curro. Así que nos podemos quitar de la cabeza que nos deje su coche (ese que lleva parado en su puerta semanas) porque si se ha hecho la sueca en las dos llamadas, es porque una de dos, o le importa más bien poco cómo vaya su hijo al trabajo, o porque su juguete nadie se lo toca. También puede que sea un poco de ambas, así que va a ser un poco inútil repetírselo.

Al menos el coche no ha «muerto», así que es una pequeña victoria en estos días en que las cosas se estaban torciendo. Pero ya he vuelto a encontrar mi positivismo habitual (con lo escondido que estaba el jodío), y de momento me conformo con que no se nos vaya el fin de semana al garete.

¿Dónde habré metido la tranquilidad?

De verdad que esto ya parece un culebrón. A veces tengo la sensación de vivir en uno de ellos, y no me hace gracia. Quiero una temporada monótona, incluso aburrida en la que no tenga tantos quebraderos de cabeza por día. Que al final una acaba agotada mentalmente. Y si llego a saber como iba a acabar la tarde, ni me levanto de la cama (con las poquísimas ganas que tenía esta manaña).

Hoy me he levantado con el mismo ánimo con el que me acosté anoche. Vamos, ninguno. Pero mi novio que es muy detallista a veces, me ha llevado por la tarde a un campo de fresas que hay aquí cerca. Y es algo que nunca había hecho. Vas a la caseta de recepción y allí te dan una cajita a cada uno (o te la llevas de casa) para que tu mismo vayas y recojas tus fresas. Hemos estado 20 minutos recogiendo y al final nos hemos llevado kilo y medio de fresas por unos 3,40€. Y muy ricas, que de camino al camping una de las dos cajitas que llevábamos ha caído. La verdad es que me ha levantado bastante la moral. Después de zamparme casi una caja sola como si fueran pipas, el mundo se veía un poco menos gris.

Pero claro, dicen que las desgracias nunca vienen solas, y en mi caso no podía ser menos. Cuando mi novio ha ido a dejar el coche fuera para mañana, se ha dado cuenta de que pierde gasolina, y mucha. Al garete la tarde. Con el coche estropeado, no podemos movernos demasiado, así que eso de ir a hacer la compra se va a complicar.

Por suerte, el hijo de la dueña del camping es un poco manitas, y nos ha hecho el favor de mirarlo, ya que entiende de mecánica. Resulta que tiene una junta estropeada, y después de apretarla un poco, ya no pierde tanta, pero de todas maneras, habrá que comprar otra para arreglarlo. Y aunque la consiguiéramos, sería un arreglo más bien provisional, que no creo que el coche aguante un mes más.

Lo gracioso ha sido que luego ha venido la hija del vecino a preguntar cómo fue la entrevista (la misma que ayer escondió el coche) y dice que si mi novio no va a trabajar a la empresa, su padre se va a cabrear. ¿Que se va a cabrear? Pues que se cabree, así ya somos dos y no me sabrá mal cuando lo mire raro. Todo esto después de contarle que el coche no está muy fino y cualquier día nos deja tirados. ¿Su solución? Que le compremos el suyo. Que podemos pagarlo a plazos. Un Polo del año 2.000 (creo) al que le han metido más caña que a la bici del pueblo (por decirlo fino) por 1.300€. Ese coche aquí lo están vendiendo por internet a 700€ si llega, y tal y como conduce su marido, en mejores condiciones. Ya me veo venir que el tema vecino me va a dar más de un dolor de cabeza.

Que oye, si me deja pagárselo a 10€ al mes, me lo pienso. Pero después de lo que pasó ayer, casi que no quiero el coche ni regalado. Así que o encontramos una solución pronto, o me se de uno que va a tener que coger la bici a las 4 de la mañana todos los días. Y a juzgar por su cara cuando se lo he dicho, no le hace ninguna gracia la idea.

Sea como sea, nos hace falta un coche, y el de la vecina no me vale. Pero mientras iré rezando para que el coche aguante un día más. Y de verdad, quiero un poquito de monotonía en mi vida. Y ya puestos, un sofá con el que no duela el culo y un baño a menos de 5 metros de la cama.

No es oro todo lo que reluce

Tengo en mi interior una pequeña psicópata que de vez en cuando sale a la superficie, como en estos momentos, que con mucho gusto se ponía a arrancar cabezas a mordiscos. Y es que no es para menos. Imaginaros que de vuelta al camping pasó al lado nuestro un coche de bomberos y esperaba que fuera directamente a casa de los vecinos. Sí, esos vecinos que parecían tan majos. Por su bien, que no aparezcan en un par de días.

Primero voy a poneros un poco al corriente para los que os engancháis ahora o para los que se os haya pasado por alto algún detalle. Nada más llegar aquí, fueron los primeros en ofrecernos un trabajo, pero la cosa ha ido un poco más lenta de lo que esperábamos y hasta hace un par de semanas no recibimos noticias de la empresa. Según el vecino, había preguntado varias veces si ya nos habían llamado. Casualidad que solo han llamado cuando mi novio tiene trabajo y lo ven ir y venir todos los días.

Pues en un principio el trabajo era para los dos, porque nos decía que habían varios en la empresa que no sabían alemán, así que yo podía defenderme bien con mi inglés. Claro, una se hace ilusiones, pero a medida que pasa el tiempo se van apagando. Hasta hace dos semanas que recibí una llamada de la empresa, y centrémonos, YO recibí la llamada para MÍ entrevista de trabajo. Como no nos entendíamos muy bien, decidió mandarme por e-mail lo que tenía que decirme, y poco después así fue. Un intercambio de e-mails que tuvimos durante días y donde dejé muy claro que yo de alemán nada. Y ella dijo que no pasaba nada.

Días y días esperando a que se alinearan los planetas y se diera la circunstancia de que me concertaran la entrevista y que mi novio estuviera dispuesto a cambiar de trabajo (que si no, era imposible que yo fuera a trabajar). Y cuando por fin pasa…

Llegamos a la entrevista a 35 km de casa y nos recibe una mujer. Muy cortés y medio simpática. Nos hace pasar a los dos a una sala y le dice un par de cosas a mi novio. Luego se gira hacia mí (yo esperando que en ese momento me hablara en inglés como en los e-mails) y empieza a hablarme en alemán y muy rápido. Yo con cara de «pero que cojones es esto» y ella se queda callada. Mi novio le dice que en alemán no, pero que en inglés si que la entendería y ella de tirón dice que para mí no tiene nada. En ese momento, en mi interior me cagaba en todo lo cagable.

Pero la cosa no queda ahí, me ignora completamente y sigue hablando con mi novio de la oferta de trabajo que tiene para él. ¿Perdona? ¿Me he hecho invisible de repente o qué? Os resumo la oferta: régimen de semi-esclavitud por el mismo sueldo que tiene ahora. Que él  hace sus 8 horitas de trabajo y listo.

Pensarlo, un trabajo a tomar por culo, sin fin de semana libre y sin poder compaginarlo con otro o un trabajo al que en el peor de los casos (para el coche que no está para muchos trotes) podría ir en bici, con un horario estable y pudiendo hacer otro trabajito los fines de semana, todo por el mismo sueldo. Creo que la decisión está clara. Si fuera para los dos, tira y pase. Pero solo para él, no cuela.

Cabreada no, lo siguiente. Me siento realmente engañada por el vecino y la empresa a la que representa porque después de haberme echo ilusiones otra vez, ha resultado una estafa, ya que estoy casi segura que lo hicieron para «enganchar» a mi novio, que ellos sabían que no iría por voluntad propia solo.

Lo dicho, que no aparezca por aquí, que ya se me han acabado las buenas caras y las sonrisas. Que seguro que aparecen a preguntar por la entrevista, y en esta ocasión voy a ser un poco alemana y no pienso cortarme un pelo. A mi no me la dan con queso y se van de rositas.

Su lado oscuro asoma

Siempre se ha dicho que no es oro todo lo que reluce, y qué razón tenía el que lo dijo. Y es que hasta el más majo de tus conocidos tiene ese puntito negativo que todos llevamos dentro (y que hay gente que no reconoce). Que bueno, con ignorarlo sobra, pero cuando ya empiezan a repetirse y encima es contra ti, pues va mosqueando.

Esos vecinos tan majos de los que os he hablado tanto, han revelado de qué pie cojean, ayer con los de los chiquillos del al lado (si, eran ellos) y hoy con nosotros y nuestros perretes. ¡Se ha metido con Garrapatis y con Histérico! Mi dos fieras que no han hecho daño a nadie y no molestan.

Hace ya unos días, le comentó a mi novio que si no se había planteado deshacerse de los perros. ¿Perdona? ¿Por qué iba a deshacerme de ellos? Pero bueno, es una pregunta «trampa» que mucha gente nos ha echo solo para saber si de verdad queremos a nuestros perros o son tan solo un capricho. Así que no le dimos más vueltas. Pero hoy…

Que los perros nos molestan A NOSOTROS, que no deberíamos tenerlos, que en general los perros estorban (habló el dueño de un perro «patada», de esos que dan por culo y lo quitarías de en medio con un ligero puntapié), que cuando tengamos niños tendremos que deshacernos de ellos igualmente… vamos, que nos los quitemos ya (mami, tu no digas ni pio, que nos conocemos). Mi novio ha sido educado y ha pasado de él, pero si no fuera porque tenemos que aguantarlos una temporada más, le habría dicho 4 palabras. Y yo lo menos 10.

Para empezar, sin los perros ya me habría vuelto loca hace tiempo, que me distraen y me obligan a salir de casa. No me molestan, me ayudan. Nosotros somos quienes tenemos que decidir si deberíamos o no, y no alguien que ni le va ni le viene (al menos en la teoría) lo que hagamos de puertas para dentro. Si TODOS los perros molestaran, nadie tendría, y aquí mucha gente tiene uno, dos o tres que van hasta de vacaciones con ellos. Y que yo sepa, de toda la vida de Dios las parejas que tienen mascotas (no solo perros) han tenido hijos, y si es verdad que tendremos que tener algo más de cuidado cuando llegue el momento, no creo que haya que ser tan extremista. Si a ti no te gustan, no tengas, pero no des por culo a los que sí tienen.

Claro, después de las declaraciones que hizo en un momento, me vienen varias preguntas a la cabeza:

¿Por qué tiene perro si tiene esa opinión tan negativa?

¿Qué le pasaría al pobre perro de su hija (que tiene otra caravana cerca) que desapareció de la noche a la mañana y no parecía enfermo?

¿La negatividad de la que ha hecho gala estos dos días es normal y nos la ocultaba o solo un mal fin de semana?

En fin, que deje a mis perretes que la que puede morder soy yo si se meten con ellos. Si hemos hecho malabarismos para tenerlos a nuestro lado, no vamos a darnos por vencidos porque un amargado nos diga que no es lo adecuado.

Como terapia no está mal

Por todos vosotros es sabido que mucha vida social no tengo. Paso muchas horas sola y con algo tengo que matar el tiempo. El blog me ayuda a entretenerme un rato, pero claro, el resto del día tengo que hacer algo. Para colmo el tiempo no acompaña estos días, así que las actividades al aire libre quedan suspendidas temporalmente (el verano alemán está resultando algo más frío y lluvioso de lo que esperaba).

Ya lo se, alguien puede decir que aproveche para aprender alemán. Lo hago, pero no puedo estar 8 o 9 horas al día estudiando el idioma, porque más que aprenderlo, lo llegaría a aborrecer. ¿Los perros? Si, me toca sacarlos un par de veces al día o tres, pero sigo en las mismas. Estoy despierta más o menos 16 horas al día, y en total digamos que tengo ocupadas alrededor de unas 8. Así que el resto del tiempo tengo que hacer algo para no volverme loca los días en que nadie me habla o no tengo mucha faena en el ordenador, que hay días que si tengo algo de ajetreo (como cuando Mariajo o la familia comentan).

¿Y que hago para matar el aburrimiento? ¡Peluches! Mi suegra, en un arrebato de generosidad inusual, me regaló unos cuantos ovillos de lana de colores y un par de agujas de los tropecientos mil que tenía en un armario. Vamos, lo que ella no quería. Y claro, una tiene tiempo para aprender de todo. Me puse a investigar, y ahora hago muñequitos. Oye, de verdad que entretiene. Yo que hace un par de meses no sabía hacer la O con un canuto… Y ahora hago unos conejitos la mar de monos.

Todo esto viene porque hice uno blanco y verde con el nombre del vecino de unos 2 añitos bordado y se lo he regalado. La sonrisa que me ha puesto no tiene precio. Contento es poco. Ahora es su copiloto en esa bici que lleva que no tiene pedales y no se como se llama (a ver si algún alma caritativa nos ilumina) y van los dos que se las pelan por la calle del camping. Miedo da. Se ha pegado toda la tarde corriendo y «aparcando» esa bici sin pedales al lado de la mía. Y por supuesto, chillando mi nombre cerca de la ventana para que lo viera correr con el conejito. Que hablando de conejito, el niño tiene más pilas que el de Duracel.

En fin, como siga mucho más tiempo en casa sin trabajo, voy a acabar con todo un ejército de peluches, que aunque me encantan, no creo que a mi novio le haga gracia encontrárselos en cada rincón de la casa. Será cuestión de ir regalándolos.