Hay mucha gente que viene a la tienda a que les resolvamos pequeñas dudas del día a día, como por ejemplo donde está el whatsapp que lo he perdido, cuál es mi contraseña del Facebook, porqué no me llega nada al móvil en cuanto salgo de casa… consultas que les traen hasta mi mostrador y que con toda la paciencia que tenga ese día les atiendo sin problema. Todo hay que decirlo, hay días que tengo más y días que tengo menos. Días en los que amablemente explicó todo lo que haga falta y otro en los que «amablemente» le explico lo que haga falta. Habitualmente son de los primeros, y es el que nos trae tema para hoy.
Clientes que dejarte una propina como agradecimiento por tu ayuda nos es suficiente. Te quieren traer un café, una cerveza, chocolate… lo que se les pasa por la cabeza. Y a la clienta de la semana se le pasó…
¡Un mango! La clienta a la que había ayudado volvió al día siguiente y me trajo un mango. Que detalle. Me preguntó si me gustaba la fruta, así como quien no quiere la cosa, y apareció con este regalito. ¡Que maja es alguna gente! Y que poco cuesta sacarle una sonrisa a alguien.
En fin, que sigan viniendo gente tan maja a la tienda a la que me trasladan (de momento, que de aquí al lunes puede cambiar la cosa 15 millones de veces, ya os contaré) y tan original. Este está en el primer lugar en el ranking de propinas raras, por detrás queda un llavero de madera con la mano de Fátima, una tableta de chocolate y una pastilla de jabón que daban ganas de comerse de lo bien que olía. ¿Qué será lo siguiente?