Todavía nos derretimos

Hoy, hablando con una compañera en el gim, recordábamos el tiempo que hacía por estas fechas hace unos años. Estamos a mediados/finales de septiembre y todavía vamos en pantalón corto, sudando a más no poder y por la sombra, porque nos cocemos. Las dos hemos llegado a una conclusión: parece que las estaciones se están «moviendo» a lo largo del año. Hace tiempo recuerdo que en marzo andábamos en vaqueros y chaqueta fina. Este año la chaqueta gorda me la he quitado bastante después. Ni hablemos de llegar a casi diciembre todavía en manga corta y una camisa «por si refresca». No se me olvidará cuando hace bastante teníamos como tradición unas amigas y yo (cuando todavía tenía y eso) bañarnos el primer fin de semana de Abril en la piscina en la que nos colábamos siempre. Y no éramos los únicos, casi siempre coincidíamos con más gente bañándose. Antes el calor llegaba antes, y el frío también. Quizá sean cosas mías, pero hace ya tiempo que tengo esa sensación. Claro, ahora como siempre falta que yo hable para que el tiempo me deje por mentirosa, y que mañana caigan chuzos de punta bajando la temperatura a una más normal para la época. Como si lo viera. Yo en realidad de lo que tengo ganas es de poder apagar el ventilador que tengo a mis pies en el sushi, porque ahora mismo si lo apago me derrito con el calor que desprenden las cámaras. Quiero no derretirme y no quedarme sorda, porque el ruido que mete es terrible. Pero bueno, ya queda menos. Quizá cuando volvamos de esos 3 días libres que nos vamos a tomar (Yujuu!!) la cosa esté un poco más fresca y ya se pueda estar sin quemarme con el aire caliente. Primer día libre desde que abrimos… todavía no me lo creo.

El fin del mundo

Hoy tiene pinta de que el mundo se vaya a acabar. Aquí estoy, en el centro comercial a la espera de que algún incauto decida salir de compras en un día como hoy (que lo hay, pocos pero los hay). Tenemos un temporal de lluvia y viento que espanta. El pueblo anda en un caos terrible entre árboles y farolas caídas, el mar comiéndose paseos y playas, carreteras cortadas, muros destrozados… Menos mal que el camino al trabajo no tenía obstáculos. De todas formas aquí andamos los empleados de las tiendas mirándonos las caras mayormente, rezando para que los generadores funcionen (ya ha hecho dos amagos la luz de dejarnos a oscuras) y mirando cómo llueve por la puerta principal. Entre que no estamos acostumbrados a que llueva por aquí (solo llueve 3 veces al año, en fallas, en semana santa y cuando todo se inunda en octubre) y que lo de hoy es exagerado, parece que se va a ir todo al garete. El agua se está comiendo incluso una carretera que queda a unos 50-100 metros de la orilla de la playa.

Y a pesar de todo esto, los repartidores siguen trabajando. No paran de pasar con paquetes a las tiendas uno tras otro. Claro, hoy como hay tan poca gente se les ve más. Van casi todos hechos una sopa, y es que solo de ir del parking a la entrada ya te cala hasta los huesos con la que está cayendo. Pobres. Menos mal que yo no puteo a ninguno hoy. Y mañana ya veremos, espero que mejore el tiempo.

De momento aquí me quedo viendo pasar a la poca gente que se ha atrevido a coger el coche hoy. Va a ser un día muy largo.

Septiembre ha llegado

Ala, se acabó el verano. Así, sin avisar. Ya podría haberse despedido por lo menos… Hemos pasado de sudar la gota gorda de noche a tener que taparme con una manta fina (aquí el asturiano está más a gusto que en brazos). Vaya chaparrones nos caen por las tardes. Sí es cierto que los clientes vienen menos cuando llueve, pero en lo que realmente se nota que llueve es en la hora de cerrar. A ninguno se le ocurre hacer la croqueta por debajo de la puerta con el suelo mojado. ¿Que si son capaces? A mí se me coló uno en la tienda a comprar algo teniendo un hueco abierto de 40 cm por el que pasar. Que les da igual, tú vives en la tienda y no tienes una vida. Bueno, yo igual empiezo a estar así. Tengo a Roxu trabajando conmigo y pasamos más tiempo en el taller que en casa, por lo menos conscientes.

En fin, parece que la gente encoje con la lluvia. A mí lo único que me repatea de estos días es salir a la calle con sandalias. Eso de mojarme los dedos de los pies me mata. Aunque con la pereza que gastamos últimamente con el tema del coche, no se me mojan no por equivocación. 

Momento raro

Ya estamos en Septiembre y se me hace raro. Es como si se hubiera acabado el verano pero sin acabarse, todavía hace un calor de narices. En breve Miniroxu empezará el instituto (¡instituto, madre mía!) y poco a poco llegará el fresquito. ¿Os podéis creer que tengo hasta ganas de que llegue el invierno? Nada más que para estar muy abrigada y poder decir «qué ganas de que llegue el calor». Estoy zumbada, lo sé. 

Pero realmente lo mejor de este momento es ¡que ya no queda nada para irnos de vacaciones! El mes que viene nos vamos ya, lo tenemos ahí a la vuelta de la esquina. Una semana buceando el Tenerife. ¡Quiero irme ya! 

En fin, quitando la tromba de agua que nos cayó ayer en unos minutos, no se nota que vamos de cara al otoño. Bueno, pensándolo bien que no llegue todavía, que llegue cuando vuelva de vacaciones. Creo que soy demasiado optimista…

Me derrito!

Hoy ha sido terrible el camino de casa al trabajo y vuelta. Casi 40 grados con una humedad y bochorno que, según algunas aplicaciones y páginas web, daban una sensación térmica de 55 grados. Me lo creo. Jamás había sentido tanto calor en un trayecto tan corto. Ni siquiera el verano que pasé en Sevilla cuando salía a las 4 de la tarde. Menos mal que en el trabajo tenemos aire. El que me daba pena era Roxu, que va con la furgonetilla del año de la pera sin aire acondicionado. Casi tiene que dar gracias por tener dos ventanillas. Fijaros que hoy he preferido ir al trabajo andando antes de tener que plantar el culo en el asiento. 

Yo que pedía algo más de calorcito para empezar con el curso de buceo, toma, por si no era suficiente. Si es que encima hay un incendio cerca y todo ese calor viene para acá. Miedo me da ahora mismo (casi la 1:30) de abrir la ventana. ¡Sigue entrando calor! A 27 grados me dice el móvil que estamos… Ya veremos cómo amanece el día de mañana. 

Acabando la primavera

Se acabaron las fallas. Se acabó el ruido y los petardos. Pero este año hay algo que resiste, sigue lloviendo. Todos los años llueve por estas fechas y las moja, no falla. Pero este año las ha mojado, remojado y por si fuera poco sigue lloviendo. Sólo espero que no dure mucho, que la semana que viene nos vamos de viaje y no me apetece que nos llueva. Para una vez que voy a salir de viaje a disfrutar de unas vacaciones (aunque parezca mentira es la primera vez que me voy una semana de vacaciones) me gustaría disfrutarla al máximo.

En fin, parece que los días de sol se han tomado una tregua. Que se vayan ya las nubes que tiene que volver el buen tiempo antes del domingo. ¡Ya queda poco para las vacaciones!

Seguimos pasados por agua

Y sigue lloviendo. Madre mía. Hay mañanas en las que amanece despejado, y en un rato se arma la Marimorena y llueve a cántaros. Mi compañero asturiano dice que le han timado, que a él le vendieron que aquí siempre hacía buen tiempo y que es peor que allí, que por lo menos no hacía tanto calor y había menos humedad. Es lo que hay, un mes al año nos crecen escamas con tanta agua. El resto del año somos de secano.

Me temo que hoy voy a ser algo breve que ya me he pegado el primer telefonazo en la frente. Total, para ponerme a escribir incoherencias semi inconsciente. Siempre estoy a tiempo . Y otro telefonazo. Definitivame, voy a dejar el móvil en la mesita de noche que no quiero que se me caiga al suelo y tener que pagar una pantalla nueva…

Parece que no se va

Parece mentira que mientras más nos metemos en Septiembre, más calor hace. A mí me viene bien, me estoy pegando unas sesiones de playa como hace años que no tenía. Pero es que a este paso las Navidades las celebraremos en manga corta. Lo estoy pasando peor con el calor en el trabajo de las peinetas que en estos meses atrás. Y ya ni hablemos de la manta zamorana que llevo sobre los hombros cuando tengo ocasión (sí, soy un poco masoca y me gusta sufrir). Pero lo dicho, la playa ayuda mucho y la temperatura que tiene ahora mismo es ideal.

En fin, que hoy hace un calor de narices y por si no os habíais dado cuenta me está costando coger el sueño. Pero oye, es ponerme a escribir y mano de santo. Ya ando pegándome cacharrazos con el móvil en la cara…

Lluvias de Agosto

Tapada en pleno Agosto. Así estoy ahora mismo. Hace fresco, y aquí el que ronca a mi lado tiene calor. Que vivan las mantas finas. Eso sí, esta noche que ni se le ocurra quitármela.

Hoy ha sido un día de perros. Para empezar, esta mañana diluviaba y he llegado al trabajo mojada hasta la cintura. Podéis creerme cuando digo que no es nada agradable trabajar 5 horas con las botas encharcadas. Cuando volvía a casa a medio día me solían los pies de tanto tenerlos a remojo. Otra cosa no, pero hidratados seguro que están. Pero al volver por la tarde ha llegado el caos.

Teníamos que retirar la terraza entra por una procesión. Desmontando corriendo porque íbamos tarde. Quejas de todo el mundo porque no se podían sentar fuera, gente que se hartaba y se iba, el local a revisar de gente esperando sin consumir, un montón de pedidos de golpe… Un poco desastre. Lo malo es que no nos decían nada claro los policías que habían fuera. Unos que no podríamos montar terraza en lo que quedaba de noche. Otros que cuando el santo volviera a la iglesia que hay frente al local. Y otros directamente nos ignoraban. Al final hemos podido montar, pero se ha notado muchísimo a la hora de hacer caja.

Lo curioso del tema es que ha dejado de llover el tiempo exacto de la procesión. Minutos antes llovía, y cuando terminó volvió a empezar. Por supuesto ha llovido otro rato más tarde, estando ya en casa. Si es que no falla, en Agosto tiene que llover por lo menos un día, y este año no iba a ser diferente.

En fin, yo rezando para que lloviera un día en mi turno y ha resultado en más faena de lo habitual. Y para colmo más incomoda. A ver mañana como amanece el día, porque no me apetece nada volver a cruzar los riachuelos que se forman de camino al trabajo y acabar de nuevo con los zapatos encharcados. Eso sí, han quedado limpísimos. Esperemos que estén secos para mañana a medio día.

Tarde de cine y barro

No sé si lo sabíais, pero durante 4 días había una oferta de entradas de cine en toda España. En lugar del precio normal, las entradas estaban a 2,90€ (aquí hoy estaba a 5€ por ser el día del espectador) y hemos aprovechado para ir en familia a ver una peli. Que digo yo que a ese precio mucha más gente se atrevería a ir al cine más veces, porque a 8€ o 9€ por persona qué queréis que os diga, pero es un capricho algo caro. Claro, aquello estaba a rebosar de gente y no pudimos entrar a la sesión de las 20:00 que queríamos, así que mi novio al final no ha entrado porque mañana madruga bastante y prefería descansar.

Cuando íbamos de camino al centro comercial, el cielo se veía así como amarillo y en algunos puntos marrón (sin exagerar, qué pena que no tenga una foto) y nos temíamos que cuando lloviera lo dejara todo lleno de tierra. Pero bueno, parking cubierto y listo, al menos en el tiempo que estuviéramos dentro. Hemos entrado a ver la de «8 apellidos vascos» que teníamos muchas ganas de ver, y genial, nos hemos reído un rato largo. No os la voy a contar, pero si tenéis oportunidad, id a verla. Merece la pena. Creo que pocas películas españolas han conseguido llenar tantas veces una sala de cine y hacer reír tanto a la gente.

A la salida nos hemos topado con que sí que había llovido, no una gran cantidad de agua, pero de barro se ha puesto todo perdido. Os juro que podía haber puesto cualquier planta en un capó de coche y habría cogido seguro. ¡Qué cantidad de barro por todas partes! Están todos los coches que dan pena, y para colmo el barro está bien pegado.

Le va a hacer una gracia tremenda a mi novio cuando mañana temprano tenga que coger el coche y no vea absolutamente nada por el cristal. Me veo venir que va a tener que sacar el «rasca» que usaba para la nieve a ver si así quita un poco de barro, porque menuda guarrada queda con el limpiaparabrisas. A la que de momento le ha hecho gracia ha sido a mi madre, que se dejó la ropa tendida cuando nos fuimos y hasta que llovió era blanca.

En fin, ha merecido la pena ir al cine a ver una peli. Hacía ya mucho tiempo (pues más o menos un par de años) que no pisaba uno y se me ha hecho hasta raro. Qué queréis que os diga, pero pagar casi 20€ por ir dos personas… prefería verlas «en casa». Ojalá se decidan a hacer esto de los 3€ más veces, que así seguro que nos animamos a volver a ir al cine como cuando vivíamos en la Ciudad. Hasta entonces, las pelis muy contadas. Y a ver si mañana con luz veo algún coche que todavía no hayan limpiado (que habrá más de uno seguro) y veis lo que os digo del barro. No quiero imaginarme cómo va a estar el Campo el sábado cuando vayamos… Como si no hubiera ya barro suficiente un fin de semana cualquiera.