Día 2, Okinawa

Seguimos donde lo dejamos ayer.

A eso de las 13:00 hemos ido a picar algo. Al final hemos acabado en un McDonald ya que no veíamos nada más. Luego nos hemos dado cuenta donde estaban los restaurantes, pero ya tarde. Ahora nos toca esperar a que abran los postes de embarque para poder tener los billetes para el siguiente (y último de momento) trayecto en avión. Estamos agotados, y con el culo cuadrado ya. Tengo unas ganas de llegar y poder quitarme las botas…

15:20 tocaba ya pasar por el siguiente control de seguridad, pero antes nos han hecho dar la vuelta a facturar las maletas. Máximo 7 kilos en cabina, pudiendo estar en 2 bultos. Nos pasábamos por 2 kilos. Así que nada, luego nos toca esperar por las maletas. Que largo se está haciendo el día de hoy.

16:00 el avión despega. Este ya es el último trayecto hasta dentro de unos días, pero nos quedan todavía algo más de 3 horas de vuelo para llegar.

18:30 tenemos el culo y la espalda que ya no parecen nuestras. Madre mía, este está siendo el viaje más largo con diferencia.

19:20 por fin ponemos los pies en tierra por algunos días. Vamos al hotel a dejar las maletas y empezar a conocer un poco el entorno.

Hemos llegado al “hotel” (llamarlo así es muy generoso). Esto no llega ni a zulo. Cuando yo quería estar en Japón no me imaginaba una experiencia tan “inmersiva”. A ver cómo os explico. La habitación está a unos 80 o 90cm por encima del nivel del pasillo, y consta de dos colchones sobre suelo y una escalera de aproximadamente 30cm entre ellas para salvar el desnivel. Y no, el techo no está más alto. Ni yo quepo de pie en esa habitación con mi talla de 1,54 de altura. Además hace un calor asfixiante y la ventana me juego lo que queráis a que es compartida con la “habitación” de debajo, como si lo viera. Aquí no aguantamos 3 días ni de broma.

La habitación desde el fondo

Nota: me puse a buscar las reseñas en Google por curiosidad cuando ya estábamos en el otro hotel y son para reírse o llorar, sin término medio. Pero uno de los comentarios más repetidos ha sido “enhorabuena por su excelente labor al fotógrafo de la web”. No se parecen en nada las fotos a la realidad. Es que ni con Photoshop arreglaban esto.

Al final hemos conseguido otro hotel que no es tan céntrico pero tiene más de 3 metros cuadrados, un colchón de más de 10 cm de espesor y un baño privado. Si con eso nos conformamos. Después hemos ido a cenar a un restaurante (básicamente uno que estaba cerca y todavía no había cerrado) y al hotel, que estamos agotados. ¡Y mañana más!

Estaba en el limbo

Esto lo escribi el dia 18 de octubre de 2021. No recuerdo exactamente por qué no lo publiqué, pero para que veáis que esto de la intolerancia a la fructuosa viene de largo sin yo saberlo. Es desesperante saber que algo pasa pero no sabes qué. Ya lo dije en su momento, si no hubiera sido por el seguro privado seguiría jodida, porque el médico de cabecera habría seguido dando palos de ciego y hubiera seguido con todo esto mucho más tiempo, y a saber si con más consecuencias.

«Hace escasos minutos he leído un texto en Facebook (sí, está siendo una mañana de lunes muy tranquila) que habla a grandes rasgos sobre la atención médica según la comunidad autónoma en la que uno viva. Viene a decir que cada comunidad tiene sus propios protocolos y funcionamientos, en este caso enfocado a la fibromialgia. Ok. Hablamos de gente que ya ha sido diagnosticada (o eso es lo que yo entiendo) o que al menos lo están intentando. Pero ¿y la gente que no encajamos 100% en el perfil? No tenía claro si publicar esto, de hecho, lo estoy escribiendo y no sé si finalmente va a salir (si lo estáis leyendo es porque finalmente lo hice, obvio).

Hace un par de años estuve con depresión y ansiedad. Medicada durante un año prácticamente, y con 15 kilos que esas pastillitas me dejaron de regalo. La depresión está controlada en estos momentos, pero los ataques de ansiedad me siguen dando de vez en cuando. Al principio me asustaba, pero al final no me ha quedado otra que acostumbrarme y pasarlos. Es así, la única solución que me dio el médico fue que me tomara un antiinflamatorio cuando me pasara y que se me irían los efectos físicos en pocos minutos. Se supone que lo que me pasa es que una parte que rodea el corazón se inflama un poco de vez en cuando sin motivo aparente y de ahí la presión en el pecho y las pulsaciones altas. Me han hecho pruebas varias veces, y siempre han llegado a esa conclusión. Al principio me pasaba cada 3 o 4 días, ahora ya por suerte no son más de 1 o 2 veces al mes o cada dos meses.

¿Que qué tiene que ver esto con el texto de Facebook? Estando todavía en las revisiones por la depresión y la ansiedad empecé a encontrarme fatal. Dolor, cansancio, la cabeza no funcionaba bien… Yo lo achacaba todo a la depresión, pero el médico dijo que quizá fuera fibromialgia. No sé cuantas medicaciones diferentes probaron a ver si alguna me venía bien, pero todo fue a base de ensayo y error. Medicaciones, ejercicios, analíticas… Ninguna tuvo efecto, salvo una que consiguió quitarme quizá algo de dolor. Meses y meses haciendo lo que el médico me decía y nada, hasta que un día decide mandarme a un especialista del hospital. Entonces estalla la pandemia. Todo se para menos el dolor. Sigo sin poder agacharme, subir escaleras o llevar la compra sin que me duelan las piernas y los brazos. Entonces, tras casi un año esperando me dieron cita con el especialista. Yo la esperaba como agua de Mayo, y llegó el día. Nunca he tenido una cita con el médico tan humillante. Primero, el tipo me hizo sentar junto a la puerta de salida, como a 4 metros de él. Me pregunta por qué estoy ahí, y al contarle que el médico me había dicho que cabía la posibilidad de que fuera fibromialgia tuerce la boca y apunta en el papel. Me dice que levante un brazo, que levante el otro y al ver que ese movimiento en concreto no me dolía me dice con muy mal tono que yo no tengo fibromialgia, que lo que estoy es gorda. Le pregunto por el resto de síntomas y me preguntó dormía bien. Le dije que todo lo que mi hija de en ese entonces 4 años me dejaba, y ahí ya me dio la puntilla. Que lo que yo tenía era que estaba gorda y cansada, pero que no era motivo para una consulta con él. Me dejó a cuadros su «diagnóstico». Me levanté, le di las gracias y me dirigía a la puerta cuando me paró, me giré y ahí puso el broche de oro a la situación. Me dijo que dejara de ir al médico por cualquier estupidez que se me ocurriera, y que sobre todo no le hiciera caso cuando me dijera cosas tan absurdas.

No he vuelto a ir al médico, no voy a perder el tiempo con lo mismo otra vez. He cambiado de trabajo, en el gimnasio me esfuerzo más aunque duela, e intento dormir las horas que tocan, aunque muchos días necesito una siesta a eso de las 19 para poder acabar la jornada de trabajo a las 23. Hay días en los que no puedo ni con mi alma, y días en los que más o menos voy bien. Pero a lo mío nadie le ha puesto nombre y no tengo ayuda. ¿A quién se supone que debo acudir a buscarla? ¿Al mismo que dio palos de ciego durante meses o al que me llamó «gorda cansada» para despacharme rápido? Lo único que me ha quedado es hacer mi propia rutina y ver lo que me sienta bien y lo que no. Y una de las cosas que más echo de menos es poder entrenar todos los días, pero ya me faltan horas al cabo del día de normal, con 2 o 3 veces por semana va a tener que ser suficiente. Ojalá dejara de dormirme por todas las esquinas y acabar con el dolor. Ojalá sea todo pasajero.»

Si lo llego a saber antes…

Hace poco os contaba el tema de las intolerancias que me han detectado cuando fui al medico, fructuosa, lactosa y el hígado graso. Pues bien, mi dietista me dio una dieta para controlar esto y que no me hiciera daño (¡un saludo si estas por aqui!) Y yo que le estaba temiendo, pero oye, no fue tan mal. De hecho como ahora más que antes incluso. Hay veces que veo el plato y pienso que me he pasado, pero sigo la receta al pie de la letra. He descubierto algunas cosas que no conocía, o redescubriendo algunas que no me gustaban tanto. Por ejemplo el persimón era algo que nunca había probado, y ha sido un grato descubrimiento. Y la pasta de lentejas la había probado en alguna ocasión, pero será que no estaba muy conseguida porque aquella tenía una textura a tierra terrible. Esta es más «pasta normal».

Pues a raíz de estar unas semanas haciendo esta dieta me he dado cuenta de que no llevaba unos meses jodida, debía llevar varios años porque hay muchas cosas que han mejorado. El cansancio que arrastraba desde hace años (cuando el sushi o incluso antes) prácticamente ha desaparecido. Estoy cansada en ocasiones, pero ya no me duermo con tanta facilidad como antes. Ese tripón de «embarazo de 4 meses» perpetuo que arrastraba y para el que no tenía explicación también ha empezado a desaparecer. Y en cuanto al dolor, también ha mejorado. No se han ido todos, pero imagino que el de las rodillas no va a mejorar mucho más. En resumen, ando menos jodida.

No era consciente del estado en el que estaba hasta que no he mejorado. Porque a penas son 4 kilos de diferencia lo que hay de antes de Navidades a ahora, pero se notan muchísimo. No los 4 kilos en sí, si no todo lo que han significado. ¡Si hasta he bajado una talla! Ya veréis, para verano un cuerpo Danone, blanco y con grumos. Pero podré ponerme el bikini sin la lorza rebelde que me asomaba este verano pasado.

Día 19, Bangkok

Ya llevábamos de viaje más de 20 días con los que pasamos en Barcelona, así que andábamos ya con las pilas un poco gastadas. Decidimos ir a comer de nuevo a algunos sitios que nos gustaban mucho y a descansar, que al día siguiente nos esperaba el camino de vuelta a casa. Fuimos a comer pato a un puesto del True Digital park como veníamos haciendo días atrás y la verdad es que poco más hicimos que comer y descansar. En mi caso ya empezaba a querer volver a casa. Echaba de menos la casa, la nena, nuestros bichos… pero antes de volver vimos algo que al menos a mí me llamó la atención.

Una gasolinera

Esta fue una de las gasolineras a la que fuimos, pero si os fijáis los surtidores están colgando del techo, nada de cajas cuadradas ancladas al suelo. A mi por lo menos me pareció muy curioso.

Y al día siguiente de vuelta para casa.

Hasta pronto Navidad

Estoy disfrutando de los últimos dos días de estas navidades y aprovechando para descasar, porque desde que empezaron el día 22 he estado trabajando entre 9,5 y 10 horas todos los días. Estoy agotada. Y a parte de lo que viene siendo el trabajo tenía que llevar algunos días a Miniyo a Gimnasia, y hacer compras, intentar que la casa estuviera mínimamente decente, y bajar a Rafita a la calle más veces a lo largo del día… porque Rafita sigue aquí conmigo. En otra entrada os cuento de él. Total, que yo que quería empezar el año mona y llevo unas raíces de palmo y medio. Ya he decidido que para lo que falta para el próximo viaje voy a esperar un poco y que al menos en las fotos salga bien. Si, todavía no he podido acabar de contar el último viaje a Tailandia y ya andamos con los últimos retoques del próximo. Cuando llegue el momento os cuento que me despisto. Total, que he acabado las navidades que estos dos días que vamos a pasar en casa tranquilos descansando me van a venir de perlas. Porque la gente no tiene paciencia ni compasión por los que estamos cada al público. No digo que todos, pero hay gente que no tiene límites. El 24 sin ir más lejos. Centrémonos, domingo 24 de diciembre, 6 de la tarde, yo encerrada en la tienda a cal y canto en pijama (lo que tiene vivir cerca del trabajo) y con el moño hecho en modo “nido de pájaros”. Los stores echados, las luces apagadas por completo y la persiana bajada dejando abiertos unos 50 cm y una señora me toca al cristal diciendo si puede pasar a recoger un paquete que han dejado en la tienda. ¿En serio? ¿No has tenido tiempo en toda la semana para venir a por el? ¿Te parecía buena idea ir a una tienda a las 6 de la tarde de un domingo y encima siendo 24? ¿Que te hizo pensar que habría alguien para atenderte? Porque ella no era del barrio, que todos nos conocemos. Y venía en coche, así que su paseo se dio fijo. Pero el sentido común a veces brilla por su ausencia. Como los que vienen a recoger paquetes (nos hemos hecho punto de recogida de SEUR hace 3 meses) y no saben a nombre de quien viene, ni tienen ningún tipo de referencia para buscarlo, y piensan que por telepatía voy a saber cuál de los 50 paquetes que hay es el suyo. Lo mejor es cuando me dicen lo que viene dentro, como si yo tuviera rayos x o fuera adivina. Señora, que por fuera el 90% son de cartón marrón y el otro 10% en cartón blanco. Que un lapsus lo tiene cualquiera, pero de verdad, es que no son 1 ni 2, ya son bastantes y solo llevamos 3 meses. Y no os imagináis las cosas que pueden llegar a la tienda. Ya me han dejado 2 colchones. COLCHONES. Menos mal que los recogieron pronto.

Total, que el lunes empezará la temporada de devoluciones de regalos que no han gustado. Mientras voy a aprovechar mañana para no nacer nada. Pereza me da solo de pensar en trabajar el lunes…

Intolerante

Hace unos meses (casi un año ya) andaba yo con dolorcillos en el bajo vientre de forma casi continua. Algo tan cotidiano como que la gata se paseara por encima mía me dolía bastante. No solo mi gata gorda de 6 kilazos, también la muda de 3,5. Era bastante frecuente que me pasara, aunque algunos días me daba tregua y no pasaba nada. Cuando llevaba unos 4 meses así decidí que era hora de ir al médico y que me echara un ojo. Lo voy a resumir, que cierre la boca, coma menos y haga más ejercicio. Ningún diagnóstico claro, solo que estoy gorda. En ese momento pensé que se podía ir a tomar por lejos, ya que esos 15 o 16 kilos que llevaba (llevo) encima fueron a raíz de los antidepresivos que me dio. Cerré la boca, le di las gracias y salí por la puerta con una hoja que decía que dejara de comer pan, arroz y pasta y lo cambiara por verduritas. Bueno, la verdura me encanta, y las ensaladas me pirran. No es un problema.

Total, pasa el tiempo y sigo igual. Aprovechando que pagamos un seguro privado decido hacer uso de él y voy a otro médico. Yo sé que en estos casos debe haber más de uno (o dos) que vayan a comisión, y mientras más pruebas o tratamientos te hagan mejor para ellos, al fin y al cabo es su negocio. Este se lució y me mandó análisis de de sangre para ver unas cuantas cosas, pruebas de intolerancias, sobre crecimiento bacteriano… total, que me paso un mes dando vueltas buscando quien me haga las pruebas porque hay sitios que cubren algunas y otras no. Recopilo todas, vuelvo a la consulta y sorpresa, soy intolerante a la lactosa, la fructosa y para colmo de males con hígado graso. Toma ya, me hubiera faltado el gluten para el pleno al 15. Recomendaciones: cierra la boca y busca quien te ayude. El dietista no lo cubre el seguro ni privado ni público. Bien. Aquí me armo de paciencia y empiezo a buscar por mi cuenta lo que debo o no comer. Cuál es mi sorpresa que hay alimentos que se contradicen entre la fructosa y el hígado graso. Madre mía… con lo que me gusta comer y ya me veía comiendo aire. Resulta que el médico público que me mandó comer verduritas lo que estaba haciendo era empeorarlo. Las frutas y verduras son de lo que más fructosa tiene. En ese momento me sentía totalmente perdida, no tenía ni idea de la cantidad de restricciones que tendría en la comida. Y yo pensaba que al ser intolerante tenía que dejar de comerlo y punto. Y aquí estoy ahora, en manos de una nutricionista que va a ayudarme a comer lo que me sienta bien, a guiarme con ese cruce de intolerancias y problemillas varios. Resulta que no tengo que eliminar todo por completo de mi dieta, si no ver en qué cantidades no me hacen daño y evitar del todo solo algunas que son realmente dañinas para mi. A la espera estoy para que me de la dieta y verla. Miedo me da.

Día 2, Pattaya

Nos levantamos temprano y nos fuimos al centro de buceo. Desde allí nos llevaron al muelle donde cogimos un barco y fuimos hasta la isla de Larn a hacer las dos inmersiones que teníamos contratadas. Sinceramente, no es especialmente bonito el fondo por aquella zona, y la visibilidad tampoco es muy buena. La segunda tuvo algo más de emoción ya que pudimos ver una tortuga enorme y un pez de un tamaño considerable. No recuerdo bien el nombre.

Y ahí estaba la tortuga

Comida a bordo entre inmersión e inmersión y siesta a la vuelta. Fue una mañana muy agradable, pero ha tenido un precio, y es que nos quemamos hasta el alma. Ahora mismo (2 días después) todavía nos duele las quemaduras sobre todo en los brazos. No estuvimos más de unos minutos al sol, pero nos dio bien.

Tras una visita al hotel con su correspondiente capa de crema, nos fuimos a dar una vuelta por una zona que parecía que había movimiento, cercana a Walking Street. Daba la sensación de ser una calle entera dedicada a las chicas, vestidos llamativos, peluquerías, estéticas y seguro que algún negocio más que ahora mismo no recuerdo.

El barrio anexo era así

No sabíamos que era, pero en cuanto entramos nos dimos cuenta, discotecas, clubes, y todo tipo de negocios relacionados con chicas que podáis imaginaros. Por supuesto una cantidad ingente de hombres solos o en grupo a la caza de alguna chica. Llega un punto que todo hombre da la sensación que va a lo mismo. Señores ya con una cierta edad acompañados de chicas thais con mirada súper maquillada y triste. Todas y cada una. Recorrimos la calle y ofrecían chicas rusas, chicas indias, pero las que tenían en los escaparates eran las locales. Eso y locales dedicados al cannabis. Una barbaridad la cantidad de ellos que nos encontramos tanto dentro como fuera de esa calle. Dimos con un local en concreto que tenía música en directo y no habían chicas sexys en la puerta. La verdad es que tocaban muy bien. Nos quedamos hasta que la banda se fue y nosotros tomamos rumbo a buscar algo de cena. Finalmente acabamos cenando otra vez en el mismo restaurante siento ya algo tarde, y esa noche caímos como piedras.

Estoy leyendo de nuevo la entrada y no querría que pensarais que todo lo que digo es malo o que no me gusta Pattaya. Tiene su encanto, pero hay que reconocer que una parte importante de su identidad va ligada a las chicas. Sabiendo lo que sabemos ahora (por dónde movernos y qué ver) no descarto que en un viaje futuro volvamos a pasarnos por aquí. Es turística, eso es innegable, pero tiene “no se qué” que la hace atractiva. Y no, no hablo de sexo.

Día 1, Pattaya

Al fin llegamos a Bangkok, pero no al final del trayecto. Todavía nos quedaban 2 horas más de carretera hasta Pattaya, nuestra primera parada en este viaje. No conocíamos esta ciudad, y hasta que no me puse a investigar ni siquiera había oído hablar de ella. Es fácil oír hablar de Pukhet, de Phi Phi… destinos más turísticos, pero Pattaya no me sonaba. Es una ciudad costera, grande y con grandes contrastes como viene siendo habitual por aquí, pero tiene algo particular, y es que está rematadamente llena de hombres solos en busca de alguna thai a la que ligarse, habitualmente a golpe de billetera. Es una lástima que parezca que todo gira en torno a esto. Mirara donde mirara había había hombres solos, o dependiendo de la hora acompañados de mujeres locales. Si eran tipo las 5 de la tarde se les veía solos en las terrazas, con cara de aburridos, y aunque hubieran 15 hombres solos en ese bar, no hablaban entre ellos. Simplemente hacían tiempo hasta que pudieran ir “de pesca”. Muy triste.

Cartelón con el nombre

Llegamos al hotel a dejar las maletas, el Viking Resort, pequeño, en una zona tranquila y a unos 10 minutos de la playa en coche (que por cierto no llegamos a pisar) y nos fuimos directamente a buscar un centro de buceo con el que probar que tal se daba en aquella zona. Encontramos uno, y la mujer del mostrador no dejó de bromear con nosotros. Muy agradable y chistosa. Luego paseamos junto a la playa y acabamos cenando en un barrio donde mayormente la comida que se servía era india. Muy buena, pero un poco cara.

En cuanto terminamos nos fuimos al hotel a dormir. Teníamos un jet lag un poco bestia y al día siguiente salíamos a bucear a las 8:20 de la mañana. Un palizón, ya os lo adelanto.

Cambio de hora

El lumbreras tipo que tuvo la gran idea de poner lo del cambio de hora ya os digo yo que no tenía niños. Y si los tenía no cuidaba de ellos fijo. Todas las que tenéis niños medianamente pequeños me entenderéis. ¿Como se supone que tengo que explicarle a Miniyo que alguien decidió que hoy tiene que acostarse una hora más temprano “porque si”? Aquí la tengo, con los ojos como platos pidiendo un cuento más. ¡Si es que para ella son las 21:45 de un domingo!

Cada 6 meses lo mismo, 3 o 4 días intentando reconducir el horario de sueño de Miniyo, a veces con mayor o menor éxito. Quizá el cambio de octubre es más duro teniendo en cuenta que me duermo yo antes que ella cuando el cambio es al revés, pero no deja de ser molesto tener que hacerlo.

Tanto que decían que harían por quitarlo y aquí estamos, una vez más discutiendo porque aquí el moco no quiere dormirse. Y lo que me queda, porque mañana no habrá quien la levante, y a mi tampoco. ¡Odio los cambios de hora!

De vuelta a la rutina

Volvimos de Cordoba hace unos días, pero nos trajimos un “souvenir” (o como se diga) de recuerdo. Los tres volvimos con Covid a casa. No os preocupéis, no nos ha dado fuerte. Más allá de un poco de carraspera y tos no ha llegado. Roxu tuvo un par de días con mal cuerpo, pero tampoco fue nada grave. Míniyo ni se ha enterado, se ha pasado esta última semana dando guerra. Claro, encerrada en casa sin poder salir a quemar energía, los últimos días han sido intensos.

Han sido unos días de relax en casa, y la verdad es que no me han venido mal. El ritmo que llevaba antes de irnos me tenía agotada, y pillar algo de pilas me ha sentado genial. A partir de mañana vuelta a la rutina, trabajando en el sushi y en el taller a la vez.

De Cordoba me llevo el haber estado con Miniyo de turistas, y ver que ya empieza a disfrutar algunas cosas que no sean jugar con la tablet o en un parque. Ahora, mañana cuando tenga que madrugar para ir al cole lo va a pasar mal. 15 días asilvestrada van a pasar factura. A decir verdad, no se quien va a pasarlo peor, si ella o yo. Bufff… que mal llevo madrugar. Nunca me ha gustado, y creo que no voy a acostumbrarme en la vida. En fin, solo me queda el consuelo de que dentro de unas semanas llegarán las vacaciones de Semana Santa. Hasta entonces, a aguantar el tiron.