Siempre pensé que cuando llovía la gente se quedaba en casa y tiraban más de comida a domicilio. No sé, esos días igual apetece más estar tirado en el sofá rollo «mantita y peli» que ponerte a cocinar. Pero no imaginaba que literalmente TODO se paraba los días de lluvia. No me refiero a las Danas o tormentas, me refiero a esa lluvia que con un paraguas vas maravillosamente a cualquier lado disfrutando de los pocos días de lluvia que tenemos. Si caen 4 gotas, la mitad de los niños no van al cole. Vas al super y hay menos gente. Por supuesto, por la calle hay menos movimiento que de costumbre (dejando a un lado los coches, que se multiplican) porque al parecer la gente o bien se disuelve o encogen con el agua. Ni hablemos del gimnasio, si hay gente a la que le da pereza venir de normal, dales una pequeña excusa para quedarse en casa.
A mí personalmente me encanta la lluvia. Lo que ya no me gusta tanto es que los días que llueve parece que a la gente le da por pedir menos comida a domicilio. Va, y no me digáis que es que tienen conciencia con el repartidor. Y no soy yo, he hablado con los chicos que vienen a repartirme en sushi y pasa con todos los restaurantes con comida para llevar. Llueve, y hay días que incluso se me quedan aquí de cháchara porque no tienen nada más que repartir. En fin, si esta gente que le teme al agua se mudara al norte (digamos Asturias, donde el suelo se seca dos veces al año) lo iban a pasar francamente mal. Y me voy, que todavía tengo que limpiar la cafetera antes de irme.