Y sin darme cuenta, el otoño (o invierno, depende de la percepción de cada uno) se ha instalado en mi casa. Ahora mismo a eso de las 11 de la noche) estamos a 10 grados. ¿Que podría aguantarlos con una manta y unos guantes? Claro, pero como tenemos la calefacción incluida en el alquiler, pues me la he puesto hace un rato, que empezaba a no sentir la nariz (mi indicador del frío). Quien dice calefacción, dice estufa de gas de toda la vida, pero oye, va de maravilla.
Pero me ha pillado un poco por sorpresa. Hace dos días hablaba con mi madre por teléfono y le contaba que todavía iba con pantalón corto y tirantes. Para qué abriré yo la boca de vez en cuando… Ahora mismo ando con sudadera polar, pantalón largo y calcetines gordos, que no pierdo la esperanza de seguir sintiendo los dedos de los pies hasta dentro de un par de meses. Luego será misión imposible. Dará igual qué haga o donde esté, me pasaré unos cuantos meses con los pies helados.
Por suerte, este invierno pasado hice mis «prácticas» con el frío un poco más al norte, así que me pilla un poco más concienciada. A demás, me sirvió para descubrir que el punto de congelación de mis orejas lo tengo en -15 grados. A esa temperatura, un golpecito leve y parecía que se me iban a romper. Pero este año no me va a pasar. Las orejeras que me tuve que agenciar el año pasado me van a ayudar.
De lo que me arrepiento es de no haberme traído los nórdicos que nos regalaron cuando fuimos a ver aquella casa (aquella hace 3 meses que nos regaló muebles, platos, vasos, cubiertos… y que en el pack venían 2 almohadas «autóctonas» y dos nórdicos individuales) porque supongo que ya se habrán deshecho de todo lo que nos dejamos después del tiempo que ha pasado. Que para qué engañarnos, si lo hubiéramos sabido, me habría traído al menos las almohadas y los nórdicos, que ando con un cojincillo de 25×25 como almohada, y eso de darme la vuelta y que la cabeza se me caiga literalmente sobre el colchón es un poco incómodo.
De momento con el nórdico que tenemos, el edredrón que YO tengo (que más de una noche me dejan con el culo al aire) y los perretes calentando la cama nos apañamos. Anda que no corren los bichos a la hora de dormir para acurrucarse con nosotros.
Hace fresquito, pero por suerte la caseta aísla bastante bien y en la caravana no solemos bajar de los 20 grados, así que no me quejo. Eso sí, esta mañana me ha costado horrores salir de la cama, que yo estaba muy calentita y fuera hacía hacía una rasca de campeonato. Ha sido salir y empezar a ponerme ropa de abrigo, que ayer todavía había una temperatura bastante agradable. Por cierto, como además de nublado está lloviendo, creo que todavía tardaré un par de días en poder peinarme como Dios manda y colgaros la foto. Que no me olvido, lo prometido es deuda. Pero con esta humedad, o me lo recojo en una trenza o lo llevo a lo afro y molesta. Paciencia, que todo llega.