El perro ennatado

Desde hace unos días el coche tiene dadas de baja las matrículas a la espera de venderlo. Y claro, hay que comer todos los días (costumbre tonta que tenemos) pero eso de hacer grandes compras como que no. Para lo que nos queda aquí, decidimos que lo mejor era antes de darlas de baja hacer una compra grande de cosas que no se caduquen y se puedan tener fuera de la mini-nevera que tenemos. Vamos, que estamos de pasta hasta las orejas. Cuando hicimos la compra fue bien, pero ahora ya rebuscamos por los rincones de la cocina a ver si encontramos algún ingrediente nuevo que echarle, porque al final la aborreceremos y todo si seguimos comiéndola con lo mismo.

Pues hoy mi novio ha vuelto del trabajo (hay un super muy cerca) con un bote de nata para hacer carbonara «inventada» (qué rica…). Aquí no es como en España que la nata para cocinar te viene en un brick pequeñito y listo, no. Tenían que complicarlo. Aquí viene en un bote como el de los yogures con su correspondiente tapa de aluminio que se agujerea con mirarla. Ahora decirme que a nunca os ha llegado un yogur de esos con agujeros a la cocina y toda la bolsa pringada de yogur.

Al sacarlo de la bolsa me he dado cuenta de que efectivamente la tapa llevaba no uno, si no hasta 3 agujeros que han filtrado parte de la nata (con una textura muy similar a la de la leche) y había pringado un par de botellas, el jamón york y una chocolatina (muy conveniente en mis horas de soledad) así como gran parte de la bolsa por dentro.

Lo he sacado todo y me lo he llevado a la cocina, pero por un despiste la bolsa se me ha quedado en el salón a la altura de los perretes. Sólo diré que Rafita ha acabado dentro buscando algo que lamer. Con lo mal que sale esa nata de cualquier superficie en la que caiga ¡y Rafita iba hasta las orejas! Y claro, con la gracia del perro negro lleno de nata había que sacarle una foto. Tras 42 intentos y mi novio descojonado de risa mientras yo peleaba con el perro para que estuviera quieto (puñetero perro hiperactivo) al final he conseguido una foto medio decente. Y como me pedís que os suba alguna de vez en cuando, aquí la tenéis.

Esta ha sido la última foto que le he hecho antes de darme por vencida y la única en la que sale decente y no está movida. Y esa era la nata que le quedaba después de los 500 refregones que se estaba pegando mientras yo le gritaba que ahí no se limpiara con el móvil en la mano para sacarle una foto. Un show. Ahora tengo un perro que huele a nata (a ver quien lo lava sin que pille un resfriado con agua fría) y a otro que lo persigue para «lavarlo». Si es que estos dos no traman nada bueno. Cuando están en silencio, tiemblo.